Érase
una vez un niño que se llamaba Ferrán.
Ferrán, era
un joven que entró a trabajar donde vivía un caballero.
A Ferrán
le gustaba mucho escribir. Y un día charlando con el caballero
descubrió que Ferrán tenia una libreta que le servía de diario .
Casi todos
los días al caballero le gustaba ver la libreta de Ferrán.
Un
día, vino a casa del caballero, un desconocido y hablaron sobre que
él era inteligente, sensible y que posee una gran cultura. El
desconocido le dijo al caballero que si había oído hablar de la piedra
filosofal, una sustancia maravillosa, que es capaz de convenir el metal en
oro.
-Algo
e oído, pero me parecen unas ideas descabelladas- dijo el caballero
El
desconocido le explicó que todos lo genios, estaban detrás de esa
piedra, y que mañana salía para Italia a por lo necesario de metales
para transformarlo en oro.
Él
le dijo que no podía llevarlo a cabo (el viaje) por su economía pero, si quería,
podía aportar una pequeña cantidad y luego, compartir el oro con él.
Él
aceptó, y un día el caballero le pidió al muchacho que si le dejaba
su libreta, Ferrán le contestó que bueno ¡claro!. El caballero pasó las
paginas hasta que encontró una pagina que decía:
Ayer
mi señor hizo una gran necedad. Vino a verlo un alquimista y, para
mi sorpresa, le entrego quinientos ducados. Ese hombre que para mi
opinión no era más que un timador, iba a hacer un viaje a Italia
para comprar todo lo necesario para convertir en oro cualquier metal
Él
le explicó que puso eso porque pensó que el alquimista no iba a
volver.
-¿Pero
y si vuelve?- preguntó el caballero.
-Rectificar
es de sabios – le contestó Ferran
El
caballero se echo a reír con la respuesta del joven.
El
tiempo demostraría quien de los dos tenia la razón.
FIN
OPINIÓN: A mi me ha gustado mucho esta historia de ingenio, pero yo creo que no volverá, que ha sido una estafa, tienes que conocer antes a la persona que le vas a dar algo querido.
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